La Peña Andaluza La Gata vuelve a la época en la que nuestros abuelos emigraron a Barcelona, Madrid, Alemania o Latinoamérica se esforzaron en crear una red de Casas de Andalucía donde forjar redes de apoyo y mantener viva la cultura andaluza allá donde fueran.
Desde entonces Andalucía ha cambiado mucho, pero su juventud sigue emigrando.
Y ahora, por desgracia, no encuentra ya en sus destinos esos grupos de referencia con los que compartir experiencias y códigos, esas comunidades tan necesarias para facilitar la adaptación a un nuevo entorno sin caer en una crisis de identidad.
Así, a la pena de tener que marcharse le sumamos la de no tener dónde llegar, la de no disfrutar de un espacio donde volver a sentirse en casa.
Lo sabemos por propia experiencia.
Somos jóvenes (y no tan jóvenes) que un día vinimos de Andalucía a Madrid y aquí seguimos, ya sea por motivos de estudio o de trabajo o por haber formado ya nuestras familias en esta ciudad. Tenemos el cuerpo en Madrid pero nuestro corazón y nuestra cabeza a menudo siguen volviendo a Andalucía, donde cada día que pasa resurgen con más fuerza motivos para sentir orgullo de ser andaluces.
Dicen que Madrid es una ciudad acogedora y, seguramente, sea cierto.
Pero aquí, como en todas partes, las personas recién llegadas encuentra más problemas que el nativo. La precariedad la sufrimos todas y todos, pero en nuestro caso la preocupación por perder el trabajo que nos trajo a Madrid supone además el miedo a tener que volver perdiendo amistades, pareja, todo el proyecto de vida que habíamos construido aquí.
La pandemia hace más difícil a todo el mundo el contacto con sus seres queridos, pero la preocupación por tu gente es mucho mayor cuando están a cientos de kilómetros y no a unas cuantas paradas de metro. La dificultad para encontrar una vivienda también es muy común, pero más aún para quienes no tendremos nunca la esperanza de heredar un piso en esta ciudad.
Nuestros problemas no se derivan sólo de venir de fuera, sino de venir concretamente desde Andalucía.
Décadas, siglos de marginación cultural han construido estereotipos negativos asociados al habla, la cultura y el ser de Andalucía. Por eso tenemos que seguir soportando bromas de mal gusto y opiniones insultantes tanto en el espacio público como en la vida cotidiana.
O lo que es peor, tenemos que ocultar nuestro acento, esconder nuestras raíces, fingir, en definitiva, ser otra persona para preparar una entrevista de trabajo o desarrollar nuestra actividad profesional.
No está en nuestra tradición sufrir las penas en silencio ni festejar las alegrías en solitario.
Por eso fundamos esta asociación, como lugar de encuentro para discutir y remediar nuestros problemas y, sobre todo, para celebrar nuestro orgullo de ser quienes somos y enseñarle al mundo qué significa Andalucía.
Por eso hemos querido darle el nombre de peña, porque si algo echamos de menos en la capital es esa forma de construir comunidades para celebrar las fiestas, sabiendo que también estarán ahí para aliviar los pesares.
¿Por qué La Gata?
La hemos llamado La Gata por dos motivos.
Primero, siguiendo la tradición de las peñas flamencas que tomaban el nombre de un cantaor, en homenaje a Gata Cattana, otra andaluza expatriada que se convirtió en referente andalucista viviendo en Madrid, en referente feminista reivindicando la tradición de nuestras madres y abuelas, y en referente del rap recuperando nuestro folklore.
Y, segundo, porque si a las nativas madrileñas les llaman gatas, esta asociación es gata de pura cepa: quienes fundamos este proyecto nos hemos conocido en Madrid y es aquí donde queremos construir un trocito de Andalucía.
No somos pioneros ni pioneras, seguimos la estela de quienes ya pasaron por esto. Muchas de las asociaciones andaluzas fundadas el siglo pasado siguen activas. Sólo queremos reinventar el concepto, orientarlo a la juventud y a la difusión de las nuevas expresiones culturales de nuestra tierra, del rap a la electrónica pasando por las redes sociales, la gastronomía, el deporte o el cine andaluces.
A medio plazo creemos fundamental establecer un nuevo local que sirva como lugar de encuentro, socialización y apoyo a las nuevas generaciones que sin duda seguirán llegando a Madrid en los próximos años.
Hay quien dice que Madrid es una España dentro de España. Si así fuera, que conste que en esta España en miniatura también queremos una Andalucía organizada, solidaria y con voz propia.
¿Te animas a participar?
Próximamente en La Gata
Socias y socios
Mi denominación de origen es Andalucía. A diario rebusco con los dedos mis raíces y persigo empequeñecer la distancia que nos separa y que cualquier carencia se convierte en un simple reflejo donde encuentro su riqueza
Ñaña Montoro (Jaén)
Ser andaluz es una forma de estar en el mundo. Me di cuenta al salir por primera vez de Andalucía y llegar a Madrid. Aquí he tenido la suerte de hacer amigos andaluces con los que he aprendido mucho sobre esa forma de estar y sobre ese legado semi-oculto que que se nos sale por la boca. Acompañar a los que llegan – Crear comunidad – Reivindicar nuestra herencia
Juan Antonio Cañero (Montalbán de Córdoba)
Dejé Sevilla por Madrid en 2015, en pleno período de entrecrisis. En el encuentro con los demás comencé a entender la dimensión de lo que es Andalucía. Me sumo a Peña La Gata para apoyar a quienes siguen viniendo a buscarse la vida y tejer redes de solidaridad entre quienes hemos vivido experiencias similares para que se nos oiga más alto. Llevamos el sur en la voz.
Manu Rodríguez (Sevilla)
Cansado de hacer planes de retorno que siempre se retrasan, me decidí a construir un trocito de Andalucía allí donde estuviese: un espacio donde volver a sentirse en casa, un legado para quienes sigan viniendo el día que yo, por fin, esté de vuelta.
Jesús Jurado (Málaga)
Hay un pequeño rincón muy específico en mi tierra que siempre me ha parecido el verdadero centro del universo. Ahora, en la distancia, sigo orbitando a su alrededor, buscando la manera de sentirme más cerca de mí mismo y, por ende, de Andalucía.
Pablo Herrera (Cádiz)
Gata adoptada y orgullosa de su maullido andalú. Mi Andalucía es una mesa camilla en la que cabemos todas. Y todas, refugiadas al calor de las mismas fardillas, compartiendo torrijas y gusanillos y un culillo de Moscatel, no tendremos más que dejarnos ser.
Fon López (Jaén)
Una nunca se va de Andalucía porque siempre la lleva dentro de ella. Las raíces que nos unen son tan fuertes que, cuando te encuentras con quien comparte tu misma tierra, vuelves a sentirte en casa. La Gata será esa casa en donde explotar la alegría y regar nuestras raíces.
Isabel Serrano (Aracena, Huelva)
Si supiera cantar, cantaría fandangos y sevillanas jornaleras. Como no sé, busco otras formas de pensar en las raíces.
Clara Morales (Huelva/Badajoz)
Andaluz por accidente, nací en la otra Sevilla, a la que espero poder volver algún día.
Santiago Espinosa de los Monteros (Sevilla)
Hace ya muchos años que llegué a Madrid para estudiar. Desde entonces no he dejado de luchar para no perder el acento y para que en el mercado de mi barrio vendan acedías.
Juan Martínez (Cádiz)
Bornicho perdido en Madrid. Porque fueron, somos.
Pepe Garrido (Bornos, Cádiz)
Haciendo teatro andaluz en Madrid, nuestra novena provincia.
Ruth Rubio (Punta Umbria, Huelva)
‘Dale alas y volará,
Antonio Tristancho (Galaroza, Huelva)
Al pueblo de Andalucía,
Que es un ave doloría,
Que busca la libertad
Que le han negao toa su vida’- El Cabrero
Me vine de mi pueblo en Almería a Madrid hace más de 15 años y por aquí sigo. Son muchas las cosas que se echan de menos de Andalucía, con La Gata ya son unas poquitas menos.
Mariajo Benavente (Cañadas de Cañepla, Almería)
Gaditano de Tarifa como los erizos, el fino y la piedra ostionera. Me mudé a Madrid, hace cuatro años, huyendo de la precariedad de nuestra tierra y buscando comenzar una carrera profesional. Me sumo a la Gata para seguir poniendo una Arbonaida allí por donde vaya y luchar por nuestra tierra aunque me encuentre lejos.
Pedro Manuel Herrera (Tarifa, Cádiz)
Llegué a Madrid en 2015 por trabajo y ya estoy cerquita de volver a la tierra. Mientras lo consigo, aporto mi granito de arena para que La Gata arranque, logre tener un local y así pueda desayunar con dignidad cuando vuelva a Madrid solo a divertirme.
Nico López (Sevilla)
Entre idas y venidas llevo casi 10 años fuera de Andalucía y esa contraposición constante me ha llevado a la conclusión que sin Andalucía ni me explico ni me entiendo.
Solenia Pimentel (Casares / Estepona, Málaga)
Ex-joven. Emigrante. Andaluz, pero también francés y medio prusiano (algo muy andaluz, por cierto). Como 20 añitos ya en Madrid.
Stéphane M. Grueso (Sevilla)
Llegué a Madrid para trabajar en 2018. Como los versos de Carlos Cátena, «intento construir una casa donde quepa mi abuela/ mantengo el orden según sus enseñanzas/ lo cocino todo con aceite de oliva/ y desconfío de los que tienen dinero». En mi casa siempre hay una matita de yerbabuena pa’l puchero y una mano para construir comunidad y mantener nuestras raíces.
Lucía Cayuela (Umbrete, Sevilla)